Que el sector de los alquileres turísticos en la ciudad de Barcelona es polémico no es una novedad. Siendo una de las ciudades más turísticas de Europa, Barcelona recibe muchísimas visitas durante todo el año y, por lo tanto, los alquileres vacacionales llevan tiempo funcionando. Sin embargo, a día de hoy, la tensión por la masificación de turistas y la aparición descontrolada de alquileres turísticos (ilegales y también legales) ha aumentado hasta niveles insostenibles.
Airbnb es una de las plataformas que más ha estado en boca de todos, pues proporciona un lugar de promoción para todos aquellos alquileres turísticos que muchos vecinos no quieren en sus edificios y que supuestamente encarecen la vivienda residencial. Por otro lado, los hoteles también ven este modelo de negocio como una amenaza y presionan para que no sea tan fácil poder alquilar una propiedad a turistas.
En Madrid, el rechazo es tal que algunas comunidades de vecinos han empezado a boicotear los candados automáticos de todo alquiler turístico que detectan, y en Barcelona la cosa no es para menos. En los barrios más turísticos de Barcelona, que también son residenciales (por ejemplo, el centro histórico), hace tiempo que existe lo que recibe el nombre de “turismofobia” entre los vecinos que tienen que convivir con miles de viajeros que llegan a la ciudad para ensuciarla y no dejarla dormir. Pero el asunto no es tan sencillo: la economía Barcelonesa depende fuertemente del turismo, así que es un problema que siempre queda sin resolver.
¿Por qué hay más tensión ahora? La alcaldesa Ada Colau puso en marcha el PEUAT (Plan Especial Urbanístico de Alojamientos Turísticos) para solventar los problemas derivados de los alquileres turísticos y la masificación de turistas en el centro de la ciudad, ya que solía meterse a estos dos problemas en el mismo saco, asignándoles una codependencia. A día de hoy, los problemas no se han solucionado y, en cierta medida, han empeorado. Veamos por qué.
La masificación del turismo y los alquileres vacacionales
A principios de junio de este año aparecieron pintadas en el Parque Güell de Barcelona, uno de los puntos más emblemáticos de la ciudad. Las pintadas decían “Tourist go home”, y las acompañaban bolsas de plástico llenas de heces. Como este incidente ha habido varios, siempre anónimos y, en algunas ocasiones, en áreas que también son residenciales.
Benet Maimí, profesor en la universidad Abat Oliva de Barcelona y especialista en el sector turístico, asegura que la turismofobia daña la imagen de Barcelona que tanto ha funcionado y tan clara y bien posicionada ha estado desde los Juegos Olímpicos. Como Barcelona vive del turismo, esto es especialmente grave. Maimí sentencia que la masificación turística es culpa de los alquileres turísticos ilegales.
Consecuencias del PEUAT y la suspensión de licencias
A pesar de que Barcelona es un modelo envidiado por muchas otras ciudades europeas, la normativa ya ha quedado obsoleta y lo alegal se ha abierto camino.
Precisamente, uno de los objetivos del PEUAT era acabar con la oferta ilegal de alquileres turísticos (entendiendo como ilegal aquellas propiedades sin las licencias necesarias) y la masificación turística en Barcelona. Se aplicó en todo el sector del hospedaje, incluyendo los hoteles, vetando proyectos nuevos y congelando las licencias para los alquileres turísticos.
¿El resultado?
El ayuntamiento solo ha aceptado 16 proyectos desde que se puso en marcha el PEUAT, la mayoría para hostales y albergues. Ha dado luz roja a grandes proyectos hoteleros con grandes empresas tales como Four Seasons y Grand Hyatt. Según Bric Consulting, las restricciones del PEUAT han hecho que Barcelona pierda posible turismo de calidad, y evite la generación de 640 puestos de trabajo.
Además, la suspensión de nuevas licencias desde el 2014 ha generado la especulación sobre las 9.606 que sí fueron concedidas, convirtiéndolas en un permiso más que codiciado. Entonces, el cierre de estas licencias no ha hecho más que distorsionar el mercado.
Aparición de nuevas mafias
Que el Ayuntamiento tenga acceso a los datos de Airbnb y vaya cotejándolos cada mes para eliminar aquellos alquileres turísticos ilegales no evita que, los propietarios de estos, puedan volver a anunciarse bajo otro nombre e identidad. Al fin y al cabo, hasta que les cierran el negocio, pueden ir alquilando a turistas. Aquí es cuando aparecen las mafias, o las llamadas “habitaciones por días” sin anfitrión que no son más que hostales fraudulentos que agravian el problema.
Estas habitaciones por días son pisos enteros alquilados por habitaciones. Los antiguos pisos ilegales siguen anunciándose y funcionando, pero bajo esta nueva etiqueta. Es decir, el problema está lejos de ser resuelto. Esta práctica incluye alquilar un piso para, justo después, cambiar las cerraduras e incluso añadirlas a las puertas de las habitaciones, poniendo más literas y colchones. También se las llaman “camas turísticas” por esto mismo.
Y ni siquiera tienen que anunciar todos los alojamientos que ofrecen, a veces promocionan uno, que puede ser legal, y avisan al huésped de que ha habido un problema y tendrán que reubicarlo, siendo ese segundo alojamiento el ilegal. Todo esto es el resultado de los huecos que existen en la normativa actual, dando rienda suelta a situaciones de alegalidad como esta.
Nueva legislación desde Bruselas
Después de un dictamen preliminar del abogado general del Tribunal de Justicia de la Unión Europea en el que se defendía el servicio ofrecido por plataformas como Airbnb, nueve ciudades europeas han decidido crear una normativa conjunta que solucione el problema del alquiler turístico. Lo que quieren son más herramientas para poder regular este sector que crece a gran velocidad y afecta a tanta gente. ¿Cuáles son estas nueve ciudades? Bruselas (lugar en el que se quiere redactar dicha normativa), Barcelona, París, Berlín, Ámsterdam, Viena, Munich, Burdeos, Cracovia y Valencia.
El problema de la masificación del turismo y la ilegalidad en el sector de los alquileres vacacionales está creando muchas fricciones entre profesionales del hospedaje y comunidades de vecinos. Sin embargo, el turista o el alojamiento en sí no son la causa del problema, sino algo derivado del cambio en las tendencias del sector. El gran problema es la falta de una normativa clara que prevea posibles situaciones de alegalidad que añadan más leña al fuego.